Amatullah y Khaled eran un matrimonio que vivía en una pequeña región de la provincia de Tabúl (Afganistan). Khaled era uno de los altos dirigentes del movimiento Talibán y Amatullah su sumisa mujer de tan sólo diecisiete años.
Ella únicamente obedecía a su marido: realizaba todas las tareas de casa, hablaba poco, apenas salía de casa y cumplía adecuadamente sus obligaciones matrimoniales, recibiendo únicamente continuas palizas.
Un día, Amatullah, cansada de su situación decidió matar a su marido. Todo esto lo tenía que planificar sin que nadie, ni si quiera su madre, se enterase absolutamente de nada, ya que por una cosa así podría sufrir la mayor de las torturas y, posteriormente la muerte. Poco a poco fue ideando en su mente un plan, que parecía perfecto, sin embargo carecía de un final... ¿qué hacer con el cuerpo? Tardo meses en pensarlo y prepararlo, ya que decidió abrir un agujero en una pared detrás de un armario y enterrarlo allí y, después huir del país. Sin embargo, un día… durante una de las numerosas palizas que Khaled le daba a su esposa, la estampó contra el armario y sonó hueco. En ese momento Amatullah supo que era su fin, que su marido descubriría lo que pretendía y que acabaría con ella. Y así fue, Khaled descubrió el agujero y supuso que no era para ninguna buena obra, pero antes de matarla decidió torturarla... la cortó brutalmente los dedos de la mano derecha, para que no pudiese volver a cavar y las orejas para que no escuchase como iba a ser su final.
Sin embargo, la joven no se rindió y cuando su marido dormía se armó de valentía y cogió un cuchillo con su mano izquierda, se lo clavó y huyó. Amatullah consiguió salir del país y ahora vive en EEUU junto con mujeres de otras zonas del mundo que desgraciadamente también han sido víctimas de los malos tratos.
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